sábado

Sedimentos

El sueño terminó... están por cerrar Fotolog, y si los posteos de octubre de 2010 de tu blog eran supuestamente para mí, éste capaz es para vos, no lo se aún porque no se que va a decir.
No voy a preguntar donde están los besos, no sería ni siquiera funcional,
Sí voy a exigir, si me permitís, una explicación de la cíclica muerte permanente de todo.
¿Que legitimidad tiene toda la esperanza, el miedo, la noche, el vértigo de la terraza prohibida a la que accedimos buscando un lugar para darnos un beso que al ser negado dimos mil veces mas?
¿Donde está la trampa en el plan del que, tenés que reconocer, es aún mas cínico y cruel que nosotros? (no digo yo porque ya fue)
No se si me explico. Exijo saber cual es el secreto estímulo que nos impulsa a corroborar una y otra y otra vez, desde la primera teta hasta la última, que lo mejor del amor es para las deidades y en cualquier caso nosotros somos esas abejas usurpadas que fundamentan su existir en fabricar miel y dejarla ir hacia otras bocas.
Soy un pozo seco de poesía, será que en estos años no me estuve ejercitando porque no te vi a vos o porque ya no me creo nadie.
¿No te da bronca cuando se te ocurren palabras horribles como "sedimentos"?
¿No te da bronca enterarte de que al final pasó que te volviste un esclavo simple que ya no encuentra palabras para diferenciarse de los demás (siempre fue lo más importante para mi), de que ya no hay mas adolescencia, de que la lluvia puede caer mil noches y el escalofrío ya no vuelve, de que la inminencia de un futuro voluptuoso dio paso a la escasez de misterios, a certezas relativas a horarios y datos meteorológicos, a costumbres banales como buscar en google con que b se escribe banal?
A mi no se si me da bronca, porque la bronca la sienten los vivos.
Sin embargo no me voy a morir sin exigir amar hasta la muerte, porque nací pobre y olvidado y así aprendí, a exigir sin esperar, a esperar sin pensar, a pensar sin actuar, a actuar sin sentido.
No se si me acuerdo, pero creo que alguna vez te pedí perdón. Quizás hoy que pasaron ya seis años y especialmente porque tal vez nunca leas ésto, renovar ese pedido le otorga algo mas de significado. Sí, siempre me creí superior a los demás y sí, siempre fue porque me sentí inseguro de mi mismo. Ese fin de semana en el que "me levanté a tres minitas" ya no lo cuento como un orgullo, ya no lo cuento, ya no orgullo (orgullo como verbo).
Ese pedido de perdón va a volar hasta vos de alguna forma, va a interceptar alguna lágrima en caída libre para dividirla en dos, va a levantar tu pollera al bajar el último escalón del colectivo (seguro que ahora andás en auto, da igual), va a jugar con la humedad de tus pies descalzos en el patio o va a armonizar el aviso de tu microhondas, porque es un perdón pequeño y de cosas simples, porque se debilitó al no ser dicho cuando estuvo en aquél joven prematuro pecho henchido, porque no bailó en los salones dorados de la poesía del caos, ni se emborrachó de celos e intemperie como el pendejo que se las sabía todas pero que también las amaba todas. No me confundo, hoy siento un amor profundo y sincero por quien está y quien viene, pero para amar plenamente hay que amar también los amores del pasado.
Yo en tu vida fui una anécdota y aunque en retrospectiva pareciera yo el malo de aquél cortometraje tercermundista de bajo presupuesto, te aseguro que el corazón aún se me encoje cuando pienso que yo quería comer y reir con vos y vos me decías que eras adicta a mi sexo.
Recuerdo con detalle muy selectivamente algunos buenos momentos y olvido con descaro las sensaciones extremas de los mejores, olvido por un automático método de preservación que me encantaría poder desactivar de mi corazónmente y así recordar con frescura el golpe en mi pecho cuando mi viejo se fue de casa, cuando pasé en vela la noche por primera vez pensando en la muerte, o cuando te dije que te fueras con otro y te fuiste.
Estas ya son demasiadas palabras para exorcizar fantasmas cansados que cuelgan la ropa en la parte de mi alma donde no da el sol, esos refugiados a los que les paso una mensualidad de cotidianas preocupaciones, pero a los que ni siquiera les hago llegar alguna que otra lágrima de honor y reconocimiento. Al fin y al cabo los tipos están ahí, firmes, hace seis o veintitrés años esperando a que me quede en casa un viernes a las 4 de la mañana y no se me ocurra prender la playstation.
Al fin y al cabo ahí estás, y ya sos parte de los sedimentos de mi alma.