sábado

La niña roja

Al principio, la niña roja gritó, y el mar se transformo en río y el río en canal y el canal en lago y el lago en aridez.

Luego, la niña roja rió, y el día se le insinuó delator de una crepuscular incertidumbre, pero ella lo ignoró… pues reía.
La niña reía tanto que su algarabía la superaba, su aliento agitado se evaporaba transformándose en constelaciones que desbordaban su pequeño universo cóncavo.

Pero mas tarde, ese enigmático crepúsculo se hizo noche y fue una noche obscura y aunque parecia incapaz, La niña roja lloró, Marchitada por luces de colores, ay, tan impropios para su piel tenue.
Fue una noche Voluptuosa, demasiado violenta como para pasarla a sotavento, sin ese lecho dispuesto a cobijarla, sin esos brazos dispuestos a abrazarla, y sin narcisos dispuestos a deshojarse por ella.



Jhon

viernes

No quisiera morir.




No quisiera morir antes de conocer los monos del Brasil que duermen sin soñar
Los zorros de Moscú devorando el jardín
Las arañas de plata, de seda y de rubí.
No quisiera morir sin saber si la luna redonda disimula el filo de una hoz
Si en las cuatro estaciones caben tres primaveras
Si hace frío en el sol
Sin haber paseado vestido de mujer por un gran boulevard
Sin haber penetrado en las turbias miradas
Sin entrar en tu casa por la puerta de atrás
No quisiera morir sin conocer las llagas
Ni cualquier enfermedad que nos hace sufrir
El contagio del mal o el contagio del bien si se estrenan en mí me echaría a reír
Y también, cómo no, lo que ya conocí en el fondo del mar
donde bailan un vals el pulpo y el delfín y la hierba de Abril
y el olor a resina y el perfume en la piel de mi clara madame
mi amante, mi heroína,
mi peluche cruel, mi eterno manantial.
No quisiera morir sin haber agotado mis labios en sus labios
mi todo con su todo, su todo con mis manos
su infinito tesoro, mi amor desmesurado.
No quisiera morir sin que se haya inventado la rosa permanente
el ocio laboral, el mar en la montaña, la montaña en el mar,
el amor que no daña y la sombra en color.
A los niños volando y al ingenio inventando la vacuna total,
la aventura espacial, fontaneros baratos,
los monarcas en cueros, arquitectos modestos, abogados sinceros,
tantas cosas que ver, tantas cosas que oír, tanto por esperar contra la oscuridad.
Y ahora veo el final que se acerca hacia mí, que me quiera besar con besos de marfil, que me quiere llevar.
No quisiera morir sin dejar de probar a la gélida novia, la de gusto más fuerte, el sabor que me agobia.
No quisiera morir sin dejar de probar el sabor de la muerte.

Andy Chango/Javier Krahe (Adaptacion del poema homónimo de Boris Vian)